Por Lizardo Carvajal
Especial para www.leoncomunicando.com.co
Seguramente, por ser la parte posterior del pie, el talón es uno de los olvidados de la Tierra. Solo pensamos en él cuando el espolón o la fascitis cargan el dolor, en esa parte de atrás que recoge las huellas de los pasos.
Sin embargo, no por ser uno de los olvidados de la Tierra, no es también, uno de los más reconocidos de la historia. Desde hace más de 2.300 años lo hizo famoso el celebérrimo Aquiles, el de la Ilíada, de Homero, el hijo de Tetis la nereida y de Peleo.
A este guerrero invencible su madre lo quiso hacer invulnerable. Así que los sostuvo sobre el “fuego divino”, en la versión candente de este mito o lo introdujo en las aguas del río Estigia. De todos modos, lo tomó sobre el talón, que cubierto por sus manos, quedó por fuera de la virtud de lo perpetuo. Quedó débil y transitorio como todo lo mortal.
Así surgió, con el tiempo, la expresión El talón de Aquiles, dado que Paris, quien gozaba con la bella Helena, allá por los lados de Troya, por donde hoy es Turquía, le atinó con una flecha envenenada y lo mandó al reino del silencio, más no del olvido.
La expresión Talón de Aquiles nos lleva a pensar en nuestros puntos vulnerables, débiles, endebles, frágiles, en nuestros errores, además. Por allí se filtra la muerte, el estertor, la caída.
¡Cuán poco conocemos nuestro talón de Aquiles!
Conocerlo sería ya una fortaleza.
Cali, 12 de marzo de 2023